Así como se puede apreciar con obras anteriores, como El Piano o Bright Star, ambas ambientadas en el siglo XIX, Campion retoma el hecho de que sus predecesoras transcurrieran en un periodo histórico en concreto para que, ahora, su último proyecto se desarrolle en la Estados Unidos de los años 1920. Desde las antípodas de su Nueva Zelanda natal, el estado de Montana y el género del western son rescatados para ser utilizados como escenario en el que tienen lugar los eventos de la película.
Como se puede percibir a la hora de toparse con esta premisa, Jane Campion deja subrayada una gran distinción con sus cintas predecesoras. Si El Piano tenía como eje la inocencia, la ternura, la feminidad, la dulzura y la flaqueza de una madre muda y su hija que se tenían que buscar la vida en, una vez más, el lado opuesto de la superficie terrestre (desde Escocia a Nueva Zelanda), El Poder del Perro tiene como núcleo la grosería, la masculinidad, la testarudez y la conflictividad de un grupo de rancheros que habitan en un entorno cargado de un conjunto de clichés que ya han sido incansablemente asociados a la figura del hombre: los caballos, las granjas, la matanza de ganado, el pollo frito o los cobertizos.
Bajo estos tópicos se apoya precisamente la realizadora, con el propósito de arrojar luz sobre el papel que desempeñaban el hombre y la mujer en un ambiente de desigualdad y superioridad masculina. Esta atribución de roles lo desmentirá en el momento en el que el espectador se adentre en los traumas, vicios, problemas y cicatrices del pasado que carcomen a los personajes; algo que, cabe resaltar, no se muestra de manera explícita. De esta forma, el romance entre George y Rose es empleado como mera excusa para plasmar la soledad e imprudencia de Phil, el alcoholismo y la viudedad del personaje interpretado por Kirsten Dust, junto a la delgadez y apariencia "afeminada" de su hijo Peter.
Es exactamente con ese último punto con el que Campion demole el muro de la masculinidad. Esa tendencia del hombre de ser un macho alfa es expuesta como primera toma de contacto, nada más ni nada menos, en el propio título del filme. Teniendo como referencia el versículo de la biblia de “libra mi alma de la espada, defiéndeme del poder del perro”, podemos decir que el hombre tiene, no solo en la película, sino también en la vida en general, dos opciones a elegir: morder o ser mordido. Este dilema estará presente entre Cumberbatch y McPhee.
Esta convivencia entre Phil y Peter no puede faltar sin la participación de Rose, tercer y último personaje que conforma el triángulo protagónico del filme, lo cual es algo que quizá podría haberse tornado en un cuadrilátero si se le hubiera dedicado un mayor acto de presencia a George. Aunque termine teniendo mayor protagonismo la relación Phil-Peter, los momentos en los que se superpone la figura de ella tampoco son cosa menor.
Dichos instantes, más que girar en torno a la preocupación hacia su hijo, se centran más en cómo se evade de sus problemas y responsabilidades utilizando el alcohol como medio de refugio, parte en la cual la interpretación de Dust llega a su punto estelar, y en la relación tóxica que entabla con Phil, la cual reúne una secuencia en la que el piano de ella y la guitarra de él se unen en una sucesión de imágenes que ilustran sutilmente la competitividad y el rencor que se vive entre ellos.
- Víctor Vicente