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Foto del escritorMayka Fernández-Juárez

Crítica | El castillo de Martín Benchimol

Un film con aires victorianos que alude a las historias sobre casas encantadas y sus fantasmas


Como si de un cuento gótico se tratara, El castillo relata las vivencias de Justina y Alexia, madre e hija, en un caserón que se cae a pedazos en medio de la Pampa argentina y del que no pueden escapar. Justina trabajaba como ama de llaves para los propietarios originales de la casa, que se la dejaron en herencia como agradecimiento por su dedicación con la única condición de que no la venda.


Lo que parecía un golpe de suerte se convierte en una pesadilla para Justina y Alexia, que acaban dedicando su vida al mantenimiento de la casa. Por si los innumerables gastos para reparar y restaurar el inmueble no fueran suficientes, la familia de los anteriores dueños no parece entender que la vivienda ya no es de su propiedad y siguen apareciendo sin apenas antelación ocupando el lugar para celebrar eventos y tratando a Justina como si aún trabajara para ellos.



La película, rodada como un documental con toques ficticios, expone las grandes brechas sociales en Argentina. Las brechas que se muestran en el documental son de carácter clasista entre la familia de los señores y las ahora propietarias de la casa, y también de carácter generacional entre madre e hija. Alexia desea escapar de ahí y vivir en un lugar más cosmopolita, que le permita desarrollarse profesionalmente, mientras que Justina se siente atada a la cláusula de no poder vender la casa y su día a día se convierte en un déjà vu constante en el que incluso tiene que vender sus pertenencias o ganado para poder pagar las facturas. Podemos sumarle otro ejemplo de brecha social, también muy presente en Argentina y en general en todo el continente americano, y es que madre e hija tienen ascendencia nativoamericana y la familia de los señores las trata con cierta superioridad y condescendencia.


Es cierto que se aprecia que las protagonistas no son actrices como tal, sobre todo en la fluidez de los diálogos, pero la cinematografía y los detalles están tan cuidados que permiten al espectador obviar ese pormenor y dejarse llevar por la narrativa sin apenas esfuerzo, siendo testigo directo de las calamidades por las que pasan los personajes principales. El salto generacional entre madre e hija consigue conectar con un rango de edades muy amplio, creando dos equipos casi rivales: espectadores que empatizan con Justina y su prohibición de vender la casa, y espectadores que empatizan con Alexia y su ansia por huir de esa burbuja rural.



Escrita y dirigida por Martín Benchimol, El castillo ha obtenido nominaciones en los festivales de cine de Lima y Berlín, llegando a alzarse con el premio de la sección Horizontes Latinos en el Festival de San Sebastián 2023. Considerando que se trata solo del tercer largometraje de Benchimol, es una trayectoria envidiable que seguro le otorgará proyección internacional tanto a la obra como al director. En cuanto a España, la película puede verse solamente en cuatro salas: Golem Yamaguchi en Pamplona, Verdi en Barcelona, Antiguo Berri en San Sebastián y Verdi en Madrid.

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