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Crítica | La Tierra Prometida: El western épico ha regresado

Mads Mikkelsen protagoniza este épico western danés que presenta una historia de ambición, violencia y el tesoro más codiciado de todos: las patatas.



El director Nikolaj Arcel ganó fama mundial tras ser el elegido para adaptar La Torre Oscura (2017), con grandes nombres como Idris Elba y Matthew McConaughey como protagonistas. Sin embargo, el proyecto, que parecía un sueño para el flamante director de Un asunto real (2012), fue un fracaso tanto de crítica como de taquilla, y pareció enviar su nombre de nuevo al olvido. Cinco años más tarde, Arcel se redime al volver a reunirse con el gigantesco Mads Mikkelsen y regalarnos un western épico situado en el desolado páramo danés en 1755.


La historia es una adaptación de El Capitán y Ann Barbara de Ida Jessen y se basa en la historia real del capitán Ludvig Kahlen, un bastardo que buscó honor y riqueza colonizando el páramo danés para el rey. En su camino deberá aliarse con bandidos y fugitivos para poder hacerle frente a Frederik Schinkel, un despiadado noble que no tiene intenciones de ceder su poder sobre la región.


Desde el primer minuto, Arcel establece claramente quién es Ludvig Kahlen y cuál va a ser su motor durante toda la película: un don nadie que no descansará hasta ser alguien. Esta ambición, tan contundentemente establecida desde la primera escena, nos permite transitar con él este viaje en el que entran en juego varios personajes, pero donde el objetivo final está siempre latente.



Entre esos personajes se destaca la participación de Amanda Collin, quien interpreta a Ann Barbara, una sirvienta que ha escapado junto a su marido de las garras de Schinkel y no tardará en volverse un gran punto de contención para Kahlen. Collin, quien saltó a la fama con su papel en Raised By Wolves de Ridley Scott, interpreta a Ann Barbara con gran carácter y delicadeza, en una historia que podría haber conservado el título de su libro, por la relevancia que termina adquiriendo su personaje.


También es extremadamente memorable el trabajo de Simon Bennebjerg como Schinkel, uno de esos villanos que no posee ninguna cualidad redimible y al que Bennebjerg hace tan fácil de odiar. Junto a Collin, ambos protagonizan una de las escenas más catárticas del año.



La Tierra Prometida tiene mucho de catarsis. Si bien tiene varios momentos desgarradores, al final del día es una película que sabe lo que el público quiere y lo recompensa por su paciencia. Y además, hace esto regalándonos unos paisajes impresionantes propios de David Lean, de la mano del fotógrafo Rasmus Videbæk y con una excelente banda sonora de Dan Romer (Luca, Bestias del Sur Salvaje).


Fue la elegida por Dinamarca para representar a su país en los Oscars, y quizá debería haber estado entre el selecto grupo de nominadas. Pero aunque no haya logrado ese reconocimiento, nadie puede negar que es el mejor western sobre el cultivo de patatas de la historia.




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