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El fantástico caso del Golem | Una comedia seria

Tratar la soledad, la sobreprotección y el conocerse a uno mismo son temas que, a priori, no se suelen explorar desde la comedia pero que los Burnin’ Percebes (Fernando Martínez y Juan González) han querido hacer con su nuevo largometraje de El fantástico caso del Golem.


Aunque con esta información parezca que vaya a ser una película densa y para gente más acostumbrada a lo indie o underground, elige el adjetivo que prefieras para calificar el cine poco convencional; la cinta es breve de 1 hora y 36 minutos y más fresca que un cine en junio, otra razón para ir a verla. Huelga decir que cada vez que te enfrentas a una obra de los Burnin’ Percebes ya esperas enfrentarte a algo que igual de primeras no vas a descifrar del todo pero que no sabes bien porqué lo acabas disfrutando. Te provoca más un sentimiento de cháchara que de querer desgranar toda la película.





Juan, interpretado por Brays Efe, nos muestra un protagonista también poco habitual. Un protagonista que al morir su amigo David (David Menéndez) tiene que hacer un camino solo, que no sabe muy bien cómo afrontar pero que tampoco parece importarle demasiado; y eso es un placer. Ver cómo la trama va avanzando por su propio pie, no por tomar decisiones del todo concretas sino porque tiene que avanzar, como todo. Son los personajes de Carla (Bruna Cusí), Carlos (Javier Botet) y Toni (Luis Tosar) los que más parecen ayudar a que las cosas sigan el transcurso marcado.


Encontrarnos a Luis Tosar en un papel de comedia con ese padre distante pero protector entra también en esa línea que rompe los cánones establecidos. Hacer una comedia seria, en cierto modo, es hacer también comedia de calidad.





Lo que va a dotar que esta película sea una película de cartelera y poder disfrutarse en gran parte del territorio nacional, además de su reparto y colaboraciones especiales, como el mencionado Luis Tosar, Anna Castillo y Tito Valverde; destaca por ser el primer proyecto de los Burnin’ Percebes con una financiación y producción más formal y responsable para poder desarrollar sus ideas creativas a un nivel mayor. Aunque su estética y fotografía pareciera pintiparada para la época actual, gracias a lenguaje y narrativa audiovisual nos sitúa en un tiempo más bien atemporal. Planos medidos, calculados y diseñados con pictórica muy concreta que nos podría llevar a un Hollywood más clásico.


Tanto menos usual y dejando los escrúpulos a un lado, apoyados por la comedia y la naturalidad, los Burnin’ también ofrecen: más de una muerte por piano, condones usados, los culos de David Menéndez y Javier Botet en primer plano (o aunque no sea primer plano, es un culo en una pantalla de cine) y pañuelos olor a fuet.


Abrir miras y dar cabida a proyectos menos ortodoxos es una buena señal para la riqueza de nuestra cultura y salas de cine.


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