Canto Cósmico. Niño de Elche es un documental que se aproxima a la figura del cantante, sus órigenes, sus reflexiones, su música, su familia y amigos íntimos, así como la Elche que le vio crecer. Hablamos con sus directores Marc Sempere Moya y Leire Apellaniz para comprender más a fondo la película, el proceso de elaboración de esta, aquello que no se vio o los contratiempos a los que hicieron frente, entre otros.
¿Cómo surgió la idea de hacer un documental sobre Niño de Elche y qué fue aquello que os llevó a ambos a trabajar conjuntamente?
Marc: La cosa está en que fui a un concierto de presentación del disco ‘Voces del extremo’ de Niño de Elche, de eso hace como siete años o así. A mí me impactó mucho a nivel emocional, musical, ideológico y político, pero también me sorprendió mucho como una persona que tenía interiorizada una tradición tan fuerte como es el flamenco. Para mí la tradición era sinónimo de comunidad, de raíz, cómo podía ir en contra. Era: pero si tienes algo tan maravilloso, ¿por qué tienes la necesidad de ir en contra? Entonces, todas esas cosas hicieron que surgiera la pregunta: ¿Quién es este ser y de dónde ha surgido? Entonces, después, cuando conocí a Leire, a ella le había pasado exactamente lo mismo en la primera vez que vio un directo de Paco (Niño de Elche). Entonces, fue como muy obvio que había un interés común y que realmente necesitábamos responder a esa pregunta.
Leire: Un poco fue eso. La verdad que Marc llevaba tres años prácticamente trabajando él solo en el proyecto para cuando yo me sumé. Lo que pasa es que yo tenía estructura, tenía productora de cine, ya había hecho un par de documentales dentro de la industria… Era un poco ese vínculo de que entre los dos teníamos lo que hacía falta y un objetivo común. Entonces, unimos nuestras fuerzas.
¿Se podría decir que la idea vino de Marc y a raíz de ello decidisteis trabajar los dos en la película?
Leire: Marc llevaba trabajando tres años por su cuenta, había grabado incluso. Parte de las performances que aparecen en la película, las que estaban en cuatro tercios, ya eran material que traía Marc. Llegó un momento en el que también supuso llevar un proyecto tan ambicioso, porque al final Paco de repente iba creciendo también por el camino y se hacía alguien mucho más público. También, yo intuyo que Marc es más ambicioso, en la formalidad y en cómo quiere abordar el proyecto. Ahí es donde Marc y yo empezamos a hablar casi primero como amigos en torno a un proyecto que tenía él. Y, al final, acabó derivando de forma muy orgánica en una colaboración práctica y artística.
Vinculado a lo anterior, ¿cómo fue la experiencia de trabajar conjuntamente, tanto co-dirigiendo como co-guionizando, teniendo en cuenta que eso muchas supone que haya momentos en los que no estéis de acuerdo con algo?
Marc: La verdad que fue bastante orgánico y había bastante escucha. Después, en el rodaje, yo tenía como una atención más por, a lo mejor, los personajes y Leire estaba un poco más en la técnica. Pero, en realidad, todo fue muy fluido, cada uno decía lo que tenía que decir, había escucha y fue fácil.
Leire: Sí, llevábamos mucho tiempo hablando muchísimo y luego también se hicieron muchas cosas en común. Por ejemplo, antes de ir a rodar, hicimos varias reuniones con el equipo técnico. Para cuando fuimos a rodar, ya habíamos hablado muchísimo: primero, Marc y yo hablamos sobre toda la parte de contenido, que al final bajó a tierra mar; luego, en la parte técnica, hablamos sobre cómo queríamos ver todo. Pero luego, en realidad, también compartíamos mucho con nuestras demás compañeras. Entonces, también fue un trabajo de equipo. Había personas muy talentosas detrás a las que, de alguna manera, supimos comunicar nuestro objetivo. Creo que también es una cosa de unos cuantos.
¿Cómo fue la experiencia de adentraros en la Elche natal de Niño y de conocer más a fondo el ambiente en el que Paco se crio, junto a la gente que le vio crecer?
Marc: Pues eso ha sido una experiencia de crecimiento y enriquecimiento muy grande. En realidad, supongo que cuando te pones, literalmente, a estudiar e investigar una persona, esta es mucho más que un individuo. Entonces, es como aprender mucho de la historia de España, de las clases sociales, de cómo se formó un individuo. Ha sido como un trabajo muy rico y ha sido también muy progresivo. Yo, estos días, en los coloquios, me preguntan que cómo fue que la familia se soltó tanto. Fue progresivo: primero, entrar en casa; después, empezar a grabar con grabadora de audio; luego, con cámara; y, cuando ya llega el rodaje más gordo, pues ya había sido muy progresivo y ellos estaban muy cómodos. Lo bonito es que ha sido una experiencia de amor, de conocerse, de generar amistad y de generar un vínculo que enriquece a todas las partes.
Leire: Sí, de hecho, lo hablaba con el chico de Paqui (Paqui Molina). Yo le quiero a esa mujer. Por ejemplo, nosotros hicimos una película a posteriori, ‘Espíritu Sagrado’, en Elche, y Paqui sale: tenía una secuencia porque para mí se rebeló como alguien con un [gran] valor artístico. ¡Tiene una voz tan bonita que es que es una cosa y verdad que es impresionante! En esa familia hubo mucha generosidad, yo creo. Yo creo que ese interés genuino por saber quiénes eran se apreció mucho y por eso se entregaron también.
Viendo la película, deduzco que el rodaje se llevó a cabo antes de la pandemia. Sin embargo, ¿Cómo os afectó la situación para todo aquello que es posterior al rodaje (postproducción, distribución, estreno, etc)?
Paqui Molina
Leire: No, nosotros íbamos a ir a rodar en marzo. Todo el equipo estábamos en casa como setas y dijimos: “bueno, de la que dejen salir, dos semanas y vamos a rodar”. Entonces, todo el rato: dos semanas más, dos semanas más, dos semanas más. Fue que se acabara el confinamiento, y en tres semanas estábamos rodando, porque lo teníamos todo preparado. Estábamos en casa, yo creo que nos vino bien porque preparamos mejor, y además tuvimos muchísima suerte. Grabamos en la ventana de tres semanas que no hubo que llevar mascarilla por la calle, aunque algunas nos tocaron. De repente, era como un momento de paz. Parece que es antes pero es después en realidad.
Marc: Hubo en algún momento la decisión de que, como es documental, si se sacaba o no. Ahí, yo creo que Leire y yo acertadamente dijimos: “no, no va a salir ninguna mascarilla”. Y se buscó como eso. Es verdad que fue el momento en el que, después de la primera vez que nos encerraron en casa, todavía había mucha ingenuidad y todo el mundo se creía que se había acabado. Entonces, fue un momento en el que se volvió a una normalidad que obviamente duro nada y después ya todo era infierno.
Leire: Fue como un paréntesis increíble. De hecho, fíjate que la última secuencia la rodamos en Elizondo, en el norte de Navarra, y esa tarde nos dijeron a las 12 de la noche que había que empezar a llevar mascarilla. Y fue el último día que rodamos. Fue como si se abriera un claro en las nubes para que nosotras pudiéramos rodar.
-Víctor Vicente
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