top of page

La función que sale mal o el abre fácil de la risa

La obra estrena su cuarta temporada en el Teatro Amaya de Madrid, con un elenco de lujo y trayendo consigo una de las representaciones cómicas mejor valoradas en la actualidad.



Soy una persona a la que le cuesta reírse, mucho. De hecho, mi humor es bastante extraño y no lo pilla todo el mundo. Aun así, no os podéis imaginar lo feliz que salí de la función tras pasar prácticamente toda la obra sin poder parar de reír.

La función que sale mal, el título ya de por sí es bastante descriptivo: un grupo de teatro amateur que en su estreno más importante harán lo imposible por no cagarla. Spoiler: todo lo que podía salir mal, sale mal, aunque después de pasar por más de 30 países y ser vista por casi 8 millones de personas, creo que tan mal no le puede ir.

Se dice pronto que una obra lleve ya 4 temporadas seguidas cautivando a público, pero todo tiene su explicación: sacar adelante una representación en la que todo tiene que parecer que, por accidente, sale mal lleva consigo un nivel de trabajo muy superior al de una función cotidiana. Más allá de la comedia, creo que este es uno de los puntos fuertes de esta obra y el por qué sigue cosechando triunfos y triunfos. La función que sale mal supone un trabajo de coordinación brutal en el que no solo hay que interpretar como si lo estuvieras haciendo mal (algo así como Piccasso y su pintura) sino, también jugar con los tiempos en la escenografía. Si un mínimo fallo puede evitar que algo salga bien, el riesgo se multiplica cuando ese salir bien significa parecer que salga mal y que se te caiga toda la escenografía por el suelo.


Instagram @lafuncionquesalemal

Pasemos a hablar de lo que verdaderamente importa y de las razones por las que recomiendo encarecidamente ir corriendo al teatro Amaya a reservar una butaca asiento: el texto es simplemente increíble. Es imposible, pero imposible dejar de reír en la hora y cuarenta que dura la obra. A cada momento hay un gag o un giro que hacen que no puedas parar. Carcajada, tras carcajada. Aplauso, tras aplauso y un público constantemente eufórico. Conseguir eso dice mucho.

Algo que me sorprendió para bien fue papelón que hace Iker Montero. El reparto en sí es maravilloso y las interpretaciones de Adrià Olay, Víctor de la Heras, Carla Postigo o Rubén Casteiva se ganan el corazón del espectador, pero acostumbrado a su faceta de creador de contenido en redes sociales, me sorprendió tanto ver cómo Iker defendía uno de los papeles más difíciles de toda la obra: Max, ese personaje tan sumamente sobreactuado y llevado al extremo que sigue a la perfección el hilo conductor de toda la trama, interpretando para no interpretar en una desconstrucción que me parece asombrosa. Al igual que en el caso en el que Annie, papel interpretado por Aránzazu Zarate, sale a escena para interpretar a Sandra (Carla Postigo). Simplemente sublime.



Señoras y señores, sólo me queda decirles que, si han venido a ver Mamma mia, no se preocupen, porque van a deleitarles con Asesinato en la mansión Havernstad una obra que les hará perder la cordura (de la risa, claro está).

187 visualizaciones0 comentarios

Comments


bottom of page