La ópera prima de la italiana Letizia Lamartire cuenta la historia de Isabella, una cantante de un solo éxito, y de Bruno, el hijo por el que debió renunciar a su carrera musical. Aunque esto no es exactamente cierto.
Bruno es guitarrista y compositor, y acompaña a su madre en los pocos conciertos que todavía tiene en una pequeña sala de Ferrara, 20 años después de su gran éxito Tic Tac.
La relación entre ambos no es la típica entre una madre y su hijo. La escasa diferencia de edad y la amistad que tienen hace que mucha gente piense que son pareja sentimental.
Lamartire toca uno de los mayores tabús de occidente: el complejo de Edipo. Y lo hace de una forma muy sutil y objetiva, sin entrar en valoraciones, dejando éstas al público.
Barbara Bobulova y Alessandro Piavini dan vida a los personajes principales, haciéndolos creíbles con sus geniales interpretaciones. La galería de secundarios es pequeña pero muy adecuada, desde la chica que cambia la vida de Bruno hasta el amigo de la familia, dueño del local donde actúan. Todos aportan para que la historia sea más sólida.
La música es la otra gran protagonista de la película. Todas las canciones se escribieron para la película a la vez que se redactaba el guión, lo que la hace todavía más especial. Además, los actores y actrices son profesionales que han debido seguir clases de música, no músicos intentando interpretar.
La película fue presentada en la Mostra de Cinema Italiano de Barcelona la semana pasada, en los cines Verdi, con un coloquio con la directora, llenando la sala y dejando satisfechos a la mayoría de los espectadores. Y no es de extrañar. Esperamos verla pronto en el circuito comercial.
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