El género de terror oriental podría incluirse como un subgénero a parte, ya que dista mucho del tradicional que conocemos, muy influenciado por la cultura occidental. Muchas de las historias que los orientales transmiten en sus películas van más allá de lo conocido y se sumergen en un terror psicológico que difiere de todo entendimiento humano racional. Esto ocurre especialmente en el J-Horror, una clasificación que recibe el cine de terror japonés conformado por entes, lo paranormal, el esoterismo y por verse envuelto en una dimensión desconocida.
Además, estas historias se nutren de un componente extra, suelen presentar personajes y basarse en leyendas de su propia cultura, con lo cual en algunos films no podemos llegar a entender al 100% su contenido por desconocimiento de su religión o folklore, pero esto las hace especiales. Es más, muchas de las producciones americanas no dejan de ser remakes de películas orientales, ya que producen grandes blockbusters pero flaquean en este género y siempre tienen la mirada puesta en lo que pasa en oriente.
El nacimiento de este género fue durante el periodo Edo y Meji (finales siglo XIX y principios del XX). A los habitantes de los pueblos, para entretenerlos, se les explicaban historias de fantasmas llamadas kaidan, que solían tener su origen en su propias creencias y aldeas, por ello les tenían pavor y respeto. Poco a poco fue evolucionando y encontró nuevos formatos para difundirse, como el cine o hasta los videojuegos, siendo productores de algunos de los más temibles que existen: Resident Evil, Silent Hill o Fatal Frame (que además la mayoría cuentan con adaptaciones cinematográficas).
En este Top 5, no voy a nombrar las más conocidas como Ringu (1998) o Ju-on (La Maldición, 2000), más bien una selección de algunas joyas que han pasado algo desapercibidas fuera de sus fronteras. Además, decir que no todo el terror oriental nace en Japón, Corea del Sur es también un gran productor (con los años se ha convertido en mi país oriental favorito por la calidad visual, técnica y narrativa de todas sus producciones, eso sí, son muy largas, el tempo en oriente va mucho más pausado).
1. ‘Audition’ (1999)
Takashi Miike, Japón
Este cineasta es el más prolífico de su región y podría decirse del mundo, ya que cada año produce mínimo dos películas, eso sí, no todas gozan de una calidad suprema, otras son muy extrañas e incomprensibles, pero de tanto en tanto nace una digna de mencionar y recordar, como es el caso de esta película de culto que se adentra en el drama y el thriller a nivel psicológico, mostrando un guion sorprendente y original.
A priori la historia se centra en un cuarentón viudo que decide convocar un casting para una película, la cual no existe y encima lo hace para buscar nueva esposa. Sin embargo, esto es puro atrezzo, porque Takashi nos sumerge en una serie de secuencias donde reina la venganza y sobremodo la tortura, con unas imágenes altamente gráficas y perfectamente ejecutadas.
2.
‘Shutter’ (2004)
Banjong Pisanthanukun & Parkpoom Wongpoom, Tailandia
Un país que pocas veces destaca por sus películas es Tailandia, pero tiene entre sus producciones una de las más aterradoras de la historia, aquí se masca la tensión, se transmite el estrés por cada poro. Su ambientación es lúgubre, se sitúa en lo paranormal, fantasmal y descubre la fotografía desde otro punto de vista. Su final es tan impactante y aterrador que dejará al espectador sentado un buen rato hasta que lo vaya asimilando. No muestra nada nuevo, pero su atmósfera la hace única y imprescindible.
Una noche una pareja atropella accidentalmente a un misterioso peatón. Rápidamente y consternados regresan a sus casas y continúan con su vida. Sin embargo, una serie de fenómenos misteriosos convertirán sus vidas en una pesadilla. A ella le acosan terribles sueños, mientras que a él, se le empiezan a aparecer espectros en sus fotografías.
‘Why Don’t You Play in Hell?’ (2013)
Sion Sono, Japón
Junto con Miike es otro de los directores que están constantemente trabajando y creando cine. Es un maestro a la hora de crear terror, pero también fantasía (Love & Peace es un claro ejemplo) o la comedia. Quizás esta no es una obra de arte pero tiene un fuerte componente gore, sus últimos minutos son un despiporre de sangre, masacres, violencia injustificada y absurda, pero todo rodeado de humor, con lo que merece la pena ser mencionada, aunque en su momento tuvo malas críticas, en especial por su ritmo pausado. También adentra al espectador en el metacine, mezclando géneros como nadie puede hacerlo.
La trama se centra en Ikegami, un gánster que guarda rencor hacia un viejo rival, Muto, de cuya hija está locamente enamorado. A su vez, un director de cine, Hirata y un hombre llamado Kouji también se encuentran involucrados en este percal.
4. ‘The Wailing’ (2016)
Na Hong-jin, Corea del Sur
Una de las más recientes producciones y, a su vez, de las más brillantes y rocambolescas, del país. Mezclando la intriga, el terror, la criminalidad, lo sobrenatural, el folklore nipón y corea, con pinceladas cómicas, que se van perdiendo a medida que la trama se complica. Cabe destacar que es un film complicado, hay que estar pendiente de lo que sucede, son muchas las referencias a su cultural tradicional, es larga, absorbente y al final deja con una sensación de agotamiento, confusión y reflexión. Para saber si te ha gustado hará falta darle un par de vueltas y hasta informarse de las referencias que muestran, sólo así podrá valorarse el diamante en bruto que es. Además, su fotografía es maravillosa, la composición de sus planos y su mezcla de sonido se encuentran en perfecta harmonía y simbiosis.
El coreano Na Hong-jin, nos sitúa en un pueblo coreano que se encuentra consternado por una serie de asesinatos misteriosos que están teniendo lugar en su comunidad rural. Enseguida empezaran a propagarse rumores y supersticiones por la presencia de un anciano extranjero que vive como un ermitaño a las afueras. La policía no sabe por dónde investigar y algunos habitantes buscaran la ayuda de un chamán para que les dé una explicación.
5. ‘Train to Busan’ (2016)
Yeon Sang-ho, Corea del Sur
No podían faltar los zombies, aunque no forman parte de historias basadas en fantasmas es un subgénero que encanta al espectador y que está en auge. Esta película logra reinventar algo que está muy explotado, sobrevalorado y tiene poca capacidad de sorpresa.
La acción tiene lugar prácticamente en el interior de un tren que va desde Seúl hasta Busan, mientras un virus que provoca violentos altercados se expande por toda Corea del Sur. Los pasajeros del convoy deberán luchas por su supervivencia.
Existe una película de animación que muestra el origen del virus en la ciudad de Seúl, dirigida por el mismo cineasta y denominada Seoul Station. Eso sí, que sea de animación no la cataloga de apta para todos los públicos, ya que contiene una crudeza extrema y salvajismo. No es tan brillante como Train to Busan, pero como ensayo previo es interesante.
Opmerkingen