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[Crítica] Géminis

El próximo 11 de octubre llegará a las salas de cine la nueva película protagonizada por Will Smith: Géminis. Gemini Man, título original de la cinta, está producida por el gran Jerry Bruckheimer, que ya se encargó de plantear la idea hace dos décadas para Walt Disney Studios. Ahora, en 2019, Skydance junto al director Ang Lee (La vida de Pi), son los artífices de haber sacado a flote el proyecto y llevarlo a la gran pantalla con un elenco llamativo.

En Géminis, la historia gira alrededor de Henry Brogen, un asesino de élite que está retirado, pero pronto sus largas vacaciones de jubilación se ven interrumpidas al tener que enfrentarse a una nueva versión de sí mismo. Desconociendo de donde sale esta amenaza y qué es lo que quiere de él, tendrá que contar con la ayuda de dos colaboradores de su confianza para poder escapar mientras piensa como acabar con este peligro.


Este thriller nos mete en una situación generando una tensión como si de Jason Bourne se tratase, pero nada más lejos de la realidad para trasladarnos a una especie de crossover de Replicant con Cara a Cara con algún añadido extra. Will Smith, a pesar de su edad sigue demostrando que se mantiene en forma y que puede seguir aún en películas que conlleven escenas de acción. Pero se le va notando con el tiempo que poco a poco va renqueando en según que cosas. Aunque en esta ocasión el papel le viene como anillo al dedo para hacer de un agente viejo y cansado de la vida y de su trabajo, que solamente quiere descansar.

Mary Elizabeth-Winstead y Benedict Wong acompañan a Will Smith formando un equipo en los que solamente puede confiar en la situación que se encuentra. No les será nada fácil ya que se enfrentan a una versión más perfecta de Henry, el cual tendrá que asumir a su vez, el dilema de encontrarse con un clon suyo y con las mismas habilidades y características de él. Los tres personajes viajarán por diversas partes del mundo para tratar de establecer un plan y acabar con su principal enemigo que está detrás de todo eso: Clay Verris (Clive Owen).


La película que llega casi a las dos horas de duración, se toma con calma la presentación de los personajes y de la situación. Hasta que comienza a llegar parte de la acción pasa un rato, pero el inconveniente que hay que sumar en este puno es el de la dirección de Ang Lee. Los planos que suele emplear el director no terminan de casar con la sintonía de la película, provocando que no se vea realmente si es un thriller en ciertos momentos. Abusa bastante de primeros planos, intentando además dar una especie de profundidad a las escenas como si estuviéramos en una película del director.

A consecuencia de esto último, el ritmo se ve perjudicado ya que es un sube y baja que no termina de encontrar un punto medio. Bien es cierto que la fotografía puede ser un detalle a su favor, sin embargo poco puede hacer por salvar la cinta junto a un apartado musical que podría decirse que es casi nulo y no acompaña en ningún momento. Salvo por las localizaciones y ciertas escenas de acción, la película no termina de cuajar.


Personalmente no es una película que recomendaría ver a menos que se hayan visto las últimas del actor, así como algunas similares que hemos nombrado anteriormente. Pero ni con eso ni siendo fan de Will se salva. Will Smith y Ang Lee no han encontrado la sintonía que podrían haberles hecho ir hacia otro rumbo, y es una pena que se desaproveche esta historia que podría haber dado mucho juego. A mí me ha recordado a cuando estaba viendo Misión Imposible 2, dirigida por John Woo y que se tornaba similar por ciertos elementos, pero siendo dos casos totalmente muy distintos.

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