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'Litus', la tragicomedia teatral de Marta Buchaca por Dani de la Orden en la gran pantalla

Dani de la Orden dirige para la gran pantalla la adaptación de la obra de teatro, de esencia trágica, escrita por Marta Buchaca. Este largometraje llega a los cines el 6 de septiembre, de la mano de un elenco de lo más acertado, con actrices como Belén Cuesta y Marta Nieto junto a Quim Gutiérrez, Álex García, Adrián Lastra y Miquel Fernández.

 

Litus abrió recientemente la tercera edición del BCN FIlm Festival 2019, festival de cine de referencia de la ciudad condal tras pasar por el certamen andaluz, el 22º Festival de Málaga.

El filme dista ligeramente de la línea a la que nos tiene acostumbrados el director con su reciente y exitosa serie para Netflix, Élite (2018-2019), y sus últimas películas románticas (El mejor verano de mi vida (2018); Barcelona, nit d’estiu (2013) y Barcelona, nit d’hivern (2015)). En este caso, la dirección de Dani de la Orden, nos sumerge en la pérdida, retratando generaciones a través del característico intimismo personal y sincero de sus comienzos, gracias a las facilidades proporcionadas por el extraordinario guión adaptado de la obra de teatro de la dramaturga Marta Buchaca.

La historia de Litus podría ser la de muchas personas que deciden acabar con su vida, es el protagonista de un suicidio que nadie del entorno se explica. El eje vertebral del argumento es el resultado de este suceso meses después: una reunión de amigos planeada con la intención de recordarle y enfrentarse, o no, a su ausencia. La sorpresa es que, una vez juntos, el hermano de Litus (Quim Gutierrez) les cuenta que éste dejó una carta de despedida para cada uno de los allí citados. A medida que se van leyendo las cartas, la distancia y la tensión crecen aceleradamente revelando secretos y rencillas y dando pie a situaciones inesperadas. El clímax llega hacia el final con la lectura de la última carta, cuando las emociones desnudan las apariencias golpeando la escena con madurez, sinceridad y realismo.

El transcurso de la cinta se da, principalmente, en un único espacio, el piso del fallecido Litus, donde el reencuentro del grupo de amigos se torna desgarrador para algunos e impermeabiliza emocionalmente a otros.

El ritmo de los acontecimientos es pausado pero eficiente, adaptado a las reacciones buscadas con cada escena y magistralmente acompañado por la música, que juega un papel esencial para romper con la seriedad de algunos momentos y enfatizar otros de tensión. La ejecución del profundo argumento por el reparto es realmente buena ya que sus rostros consiguen recrear cada emoción acercándose a la experiencia vital y al imaginario del espectador.

La escasa sutileza en algunas conversaciones colectivas parece intencionada, de modo que, junto a los toques de humor punzante, irónico y frívolo, nos conduce a presenciar la deshumanización de las emociones hasta el origen para tratar de hacer reaccionar a cualquier espectador independientemente de su personalidad.

El resultado superficial es una crítica a la incapacidad de enfrentarnos al duelo de la pérdida y gestionarlo. Más allá de esto, resulta ser una denuncia a las dificultades de la sociedad actual, adicta a las redes sociales y las apariencias, para hablar de sentimientos, salud mental y sincerar la dimensión emocional contenida tras la fachada de triunfos y felicidad permanente. En esencia, en palabras del treintañero director, retrata la torpeza emocional de su generación.

Todo esto, convierte la película en un estreno altamente recomendable tanto para los fieles al género como para los curiosos que disfrutan con las películas que muestran con sutileza la tramoya del comportamiento humano.

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